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12 d’abril, 2007

MARRUECOS, ARGELIA. ¿Y después, qué?



Dos nuevos atentados da la organización terrorista Al Qaeda, han vuelto ha sembrar de muerte y dolor el norte de África. Poco importaría el lugar, si no fuera por las implicaciones de todo tipo que tienen con nuestro país. Política y geográficamente, tiene que preocupar, especialmente, a España.
La opinión pública de nuestro país, como consecuencia de la situación un tanto anómala en la que vivimos, no valora en su justa medida, la amenaza real que hoy representa el terrorismo del extremismo islamista. Nuestra opinión viene distorsionada por la exagerada atención que venimos dedicando a ETA. Con esto no estoy diciendo que no sea un problema para nosotros (que lo es); digo, que me parece del todo desproporcionada la atención, política y mediática dedicada a este problema, hasta el punto de ocupar el centro de la agenda política.
Independientemente de la posición que cada uno podamos tener, en relación al proceso de paz (la mía, es sobradamente conocida), me parece intolerable y, políticamente condenable, que el problema que tiene el Partido Popular con sus mentiras sobre el 11M. gravite sobre nuestra vida política, de tal manera que, no solo haya dado alas a la organización terrorista ETA, sino que la convierta en el centro de toda la vida política, evitando que se preste atención a otros problemas que, necesariamente, haría falta atender. Y ya que estamos hablando de terrorismo; hoy, para España el peligro mayor viene del terrorismo fanático y extremista de Al Qaeda. Hemos tenido ya una realidad muy trágica con el atentado de Madrid. Tenemos las certezas de las amenazas sobre las reivindicaciones de Ceuta y Melilla, la ensoñación de El Andalus, como para que nos permitamos el lujo de infravalorarlo. España es un objetivo real y prioritario; sin ningún alarmismo, pero hace falta dedicarle la atención que merece, no solo de inteligencia y policía, también, de sensibilización de la opinión pública.